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En este espacio ofrecemos una guía básica de artículos y casos relacionados con acoso moral laboral. Sin dudas sabemos que se sentirá identificado con alguna de estas situaciones narradas.

Cambio en  las relaciones y vacío legal

La historia de María

Tiempo ha, la humanidad comenzó a vivir un proceso signado por dos metas: 1) Acceder a opciones de consumo cada vez más amplias, obteniendo así un “buen” nivel de vida; 2) Ocupar puestos de trabajo rentables, pero que sobre todo den status y poder.

De este combo, surge como lógica consecuencia, que la ética sea dejada de lado en pos de la obtención de las metas y así se haga todo –sí, todo- lo que sea necesario para perpetuar el nivel de vida y laboralmente escalar sin descanso en aras del tal anhelado status.

Ese gran desconocido

María es una joven profesional, que se doctoró con 22 años. Ingresó mediante concurso de oposición y méritos a una entidad altamente jerarquizada. Comenzó su labor a principios de 2008, siendo su supervisora inmediata V: licenciada que dobla en edad a María.
Al principio todo eran sonrisas de parte de V, mientras María ocupaba su lugar con "perfil bajo". Pasaron los primeros días y uno de ellos, al pasar, V le recuerda a María que ella aún está a prueba. María comienza a preguntarse: "tendré que comenzar a buscar un nuevo trabajo?"...

La reacción del jefe de Marcos

El 2005 finalizaba y en ese entonces prestaba mis servicios profesionales en forma dependiente.

Un día que no olvidaré me asignaron el estudio y seguimiento de un caso. “Uno más”, pensé, otro acto administrativo a ser impugnado. En ese entonces desconocía que una nueva etapa de mi carrera estaba por comenzar, gracias a la historia de Valentina. Funcionaria estatal ella, con una larga trayectoria profesional en su haber compuesta de ...

El jefe de Marcos cambia en el momento de que su empleado comienza a destacar en su trabajo. ¿Se siente inseguro? Seguramente lo que sufre es un sentimiento de inferioridad, recordemos la importancia de la autoestima y su papel, sintiendo una amenaza ante él (¿robo de puesto de trabajo?) y al no ser capaz de resolver la situación de manera razonable, se encamina por la defensa personal, convirtiéndose en unacosador perverso.

 

     El acoso moral laboral                    ¿se puede prevenir? 

 

        La experta francesa en la materia expresa al respecto: “El acoso se instaura cuando el diálogo resulta imposible, cuando la palabra del agredido no se puede hacer oír. Por lo tanto, prevenir supone volver a introducir el diálogo y la comunicación verdadera. En este sentido, el médico laboral desempeña una función primordial… La prevención también pasa por la educación de los responsables, a los que hay que animar a considerar al ser humano del mismo modo que consideran la rentabilidad… Los responsables sindicales saben cómo intervenir a la hora de negociar una indemnización en caso de despido, pero no se sienten tan cómodos cuando tienen que comprender una relación entre personas… Sería deseable que, en las reglamentaciones internas y en los convenios colectivos, se incluyeran cláusulas de protección contra el acoso moral; y que se adoptaran asimismo normas jurídicas estrictas aplicables en el ámbito laboral. … La prevención pasa, sobre todo, por las acciones informativas destinadas a las víctimas, los asalariados y las empresas.

Se debe hacer saber que el proceso de acoso existe, que es frecuente y que se puede evitar. En este sentido los medios de comunicación podrían desempeñar una importante función preventiva si difundieran estas informaciones. Sólo el ser humano puede regular las situaciones humanas. Las situaciones perversas sólo se desarrollan si se las alimenta o se las tolera. Es un asunto de los patrones y de los empresarios volver a introducir el respeto en sus estructuras” (Marie – France Hirigoyen: “El acoso moral”).

                      Sin lugar a dudas la mejor forma de prevenir este flagelo que azota a los trabajadores, especialmente en el área de la Administración Pública, es la Educación. Volver a educar en valores, concientizar desde niños que no todo vale y que el maquiavélico fin que justifica los medios no es una fórmula válida para el progreso laboral.

            Sería una práctica bien interesante la inclusión de cláusulas anti-acoso tanto en los contratos personales de trabajo, como en los convenios colectivos. Estos pactos siempre que no conlleven pérdida de derechos laborales, serían perfectamente aplicables como fórmula de autorregulación de las relaciones laborales. Protegerían a las empresas de prácticas de acoso en su interna, evitándoles la consiguiente responsabilidad patronal por daño de sus dependientes, y a estos últimos los preservaría del destructivo bossing.

                       La intervención activa por parte del cuarto poder del Estado, es claramente fundamental. Baste pensar en el rol jugado por la prensa en relación a la lucha contra la violencia familiar y el acoso sexual.  

                      Finalmente, la legislación específica en materia anti-mobbing, es deuda pendiente por parte del legislador nacional respecto de los trabajadores tanto públicos como privados.

Dra. María Soledad De Franco.

 

¿Es necesario contar con una ley anti-mobbing en Uruguay?

En Uruguay se ha empezado a discutir acerca de la necesidad de una ley específica en contra del Acoso Moral en el Trabajo.

             Es necesario formar opinión social al respecto, por eso les dejo para reflexionar, la posición de la especialista francesa Dra. Marie France Hirigoyen.

    

             Invito a los amables lectores a dar su opinion a este respecto, accediendo al siguiente link:  http://www.facebook.com/pages/Dra-Mar%C3%ADa-Soledad-De-Franco-abogada-especializada-en-Acoso-Moral-Laboral/220533921419185

 

“La sociedad moderna ha transformado a los individuos. De hecho, en nuestros divanes cada vez hay menos neuróticos, y en cambio no dejan de aumentar las patologías narcisistas, es decir, los deprimidos, los psicosomáticos, las personas dependientes (del alcohol, de las drogas, de los medicamentos, de la comida, de internet, del sexo, etc.), o los sujetos que tienen funcionamientos perversos. El individuo moderno es vulnerable y busca desesperadamente afianzar su autoestima. Como se cree libre, se ha vuelto eminentemente influenciable, pues ha perdido el sentido de los límites. Algunos lo aprovechan para tratar de llegar lo más lejos posible, provocando como reacción el aumento del número de leyes. Algunos lo aprovechan para tratar de llegar lo más lejos posible, provocando como reacción el aumento del número de leyes. Antiguamente la sociedad prohibía determinadas cosas, pero en la actualidad todo lo que no está estrictamente penalizado por ley parece posible. Ahora bien, en una situación de abuso de debilidad es difícil trazar los límites entre un funcionamiento legítimo y un comportamiento abusivo, porque entre ambas cosas existe una zona imprecisa que nadie puede calificar con seguridad de violencia.

La cuestión de los límites nos remite a ciertos temas controvertidos: los observadores externos se posicionan de forma partidista y hasta caricaturesca, aumentan las declaraciones de principios en los blogs y resucitan determinados estereotipos (por ejemplo, las mujeres contra los hombres, los padres contra las madres, y viceversa). Como en estas situaciones la agresión no es evidente, puede haber acusaciones cruzadas: un acosador sexual dirá que es víctima de una denuncia abusiva, un progenitor alienante le dará vuelta a la acusación denunciando al otro progenitor, etc. La ley sobre abuso de debilidad, como las del acoso moral en el trabajo y la de la violencia psicológica en la pareja, se refiere a delitos difíciles de probar, pero sigue siendo valiosa. Podemos deplorar por supuesto la abundancia de leyes destinadas a proteger cada vez más a los individuos, y considerar que se está intentando codificar demasiado las conductas o imponer unas normas colectivas en el ámbito de lo privado; sin embargo, ello constituye una esperanza para las personas que han sido manipuladas y que piden reparación”.

 

Fuente: Marie France Hirigoyen, “El abuso de debilidad”, Ed. Paidós Contextos, Octubre de 2012, Argentina, págs. 17 y 18.

Motivación del acosador

Consecuencias del acoso moral sobre las víctimas  y sus familias

“Las diferentes consecuencias psicológicas que provoca el acoso laboral hacen que su comportamiento en el seno de su núcleo familiar varíe. 

Sus familiares se encuentran entonces con una persona desmotivada, sin ganas de vivir, a la que nada parece importarle o, en otros casos con alguien suspicaz, que se ofende por todo, impaciente e irritable.

Ante este cuadro, muchas veces los familiares reaccionan en primera instancia con enojo, dado que no comprenden los motivos de estos repentinos cambios de conducta de su familiar. El desconocimiento de la gravedad del problema suele llevarlos a creer que su pariente está exagerando y a pensar que “problemas en el trabajo tenemos todos”. Es muy difícil para la familia del acosado comprender las consecuencias psíquicas del acoso laboral sin algún tipo de ayuda externa”

(*) Fuente: “Acoso Laboral”, Lembo, Abadi, Parés).

         Nuestra experiencia profesional, permite advertir que las personas hostigadas en su trabajo sufren una doble estigmatización: la que naturalmente se da en el ámbito laboral, y la que sufren dentro de su propia familia.

   Como el acoso, en su calidad de acto perverso carece de fundamento, la familia no acierta a comprender cómo es posible que la víctima se haya vuelto monotemática. No hay hora del día en que la persona acosada no deje de pensar en su trabajo y la pesadilla que el mismo le evoca, llevando de esa forma el trabajo a la casa.

   Además de no comprender lo que sucede, la familia, se va cansando paulatinamente de las quejas y reclamos continuos del asediado. “Se ha vuelto monotemático” es una constante afirmada por los familiares de la persona que sufre acoso en el trabajo.

    De esa forma, su vida, va dejando de tener sentido y por consiguiente, la vida en familia acusa recibo del impacto. La persona se aísla, está cada vez más distante y la soledad en compañía se convierte en su nueva forma de vida.

   Ante este panorama, si el asediado no busca apoyo médico, tanto su salud física como su estabilidad emocional se verán seriamente comprometidas con el decurso del tiempo.

   Posiblemente, el mayor desafío que tienen las familias de las víctimas de acoso sea el desarrollo de la empatía como mecanismo de contención y la búsqueda de información como forma de comprensión.

 Dra. María Soledad De Franco

 

   Humanos depredadores...

"El psicópata hace hacer" (frase del Dr. Hugo Marietan) -

El psicópata no da la cara, por el contrario, tira la piedra y esconde la mano.

Hábil conocedor de las emociones y debilidades del prójimo, estos individuos sin alma, son maestros en el arte de la manipulación.

Las estadísticas a nivel mundial dan cuenta de la existencia de 1 psicópata cada 100 personas, lo que -según mis cálculos- en Uruguay tendríamos unos 30.000 psicópatas.

Al estudiar el acoso moral, especialmente la personalidad del instigador, me llevó a un puerto inesperado y en suma atrapante: la psicopatía.

Mis conocimientos en psicopatía, son muy limitados en virtud de carecer de formación en medicina y psiquiatría, pero desde el enfoque médico-legal, el ahondar en la materia me ha ayudado a entender conductas humanas en principio desconcertantes.

A propósito del título en referencia a que “el psicópata hace hacer” (según el experto en psicopatía Dr. Marietan) nos vienen a la mente una serie de situaciones directamente vinculadas con el acoso moral tanto laboral como cibernético:

El psicópata tiene su fin. Todo obstáculo que obstruya su camino hacia la meta debe ser eliminado. Cuando la piedra en el zapato es un ser humano, da igual, ya que para él humano es = a objeto. Por tanto, apunta al blanco… pero no dispara.

Para destruir el blanco, están los demás, esos humanos “objeto” que por determinadas características son fácilmente manipulables. Este depredador, detecta con rayos X las deficiencias, temores y anhelos de los otros. Utiliza el temor y el deseo ajeno a su favor, mediante la manipulación.

Eso explica porqué personas normales se prestan a realizar conductas inmorales, ilegales e incluso infantiles como forma de asediar a quien les ha sido señalado como blanco por el psicópata. Los siguientes ejemplos posiblemente ayuden a una mejor ilustración:

Un jefe señala a un trabajador como el responsable por las deficiencias en el trabajo y el grupo de compañeros da inicio a un asedio verbal constante contra el trabajador “culpable”, hasta que la vida en el trabajo le resulta insoportable.
• Un profesional destacado, se deja llevar por los chismes y habladurías de una psicópata respecto a la persona que esta debe eliminar de en medio para poder brillar.
• Un evento es mancillado por una serie de comentarios maliciosos e infundados en diversas web’s, por cuenta y orden de un psicópata que nunca da la cara pero que siempre deja rastro.

Sé que a más de uno, esto les sonará raro y hasta se cuestionarán la seriedad de la narración. Es lógico que eso pase, porque las personas comunes no tenemos la misma lógica del psicópata.

Pero saben? En la medida que vayamos corriendo el velo a estos comportamientos inexplicables y censurables, más fácil será estar alertas y prevenidos respecto de estos cazadores que pululan sin distinción de edad, credo, clase social ni profesión.

Como dijera el Dr. Marietan, el psicópata “no es una figura monstruosa que distinguimos desde lejos, sino que es un ser con un disfraz perfecto, con ademanes amables, con una sonrisa que…” cautiva.

Dra. María Soledad De Franco.

 

“Parés postula que existe un motivo inconfesable del acosador principal. Esta motivación oculta del instigador del acoso está relacionada, de una u otra manera, con la negación de la víctima de someterse a una situación de dominación del líder grupal. La situación que originó, en el instigador, el deseo de destruir al otro se mantiene casi siempre oculta. Estas situaciones son distintas en cada caso concreto, a veces se trata de la negación de la víctima en aceptar un despido con pérdida de derechos laborales; en otras de negarse a participar en actos fraudulentos, incluyo aquí el negarse a colaborar en el acoso a otro compañero, o el no aceptar el dominio de un líder informal; otras situaciones desencadenantes del acoso moral son la negación por parte de la futura víctima a contactos íntimos indeseados; y muy a menudo, más de lo que uno piensa, el origen está en la envidia que el instigador siente por la víctima. Una persona envidiosa necesitará, compulsivamente, dominar a quien le genere este sentimiento con la intención de mitigar su malestar interno, y cuando no consiga dominar a esta persona, esta misma pulsión la encaminará a destruirla” (Fuente: Lembo, Abadí y Parés Soliva, “Acoso Laboral”).

Me vienen a la mente varios ejemplos de cada una de las situaciones consideradas como posibles detonantes de acoso, sin embargo, la experiencia me dicta que en una inmensa mayoría de los casos el detonante no es más ni menos que uno de los siete pecados capitales: la ENVIDIA.

Ese inconfesable reconocimiento de la inferioridad propia, es el motor generador de actos hostiles, por parte de quien la sufre.

Así en el ámbito laboral, el envidioso, intentará por todos los medios aniquilar a aquel sujeto que reúne el cúmulo de sus anhelos insatisfechos. Para lograr su fin, recurrirá a la murmuración, la descalificación, el lenguaje paradójico, la ambivalencia, los gestos de desprecio, la crítica destructiva, en forma permanente.

La descalificación es quizá, el recurso más utilizado por estos individuos pobres de valores y espíritu. Su dinámica es descripta con claridad de la siguiente manera: “Si haces algo, el descalificador te criticará por accionar y si no accionas, te juzgará por no hacerlo. Su especialidad son los dobles mensajes y los mensajes ambivalentes. Los descalificadores hoy te endiosan y mañana te bajan del pedestal en un instante. Juegan juegos crueles que pretenden desestabilizar tus emociones y robarte tus sueños. Su idea es que vivas desconfiado, te sientas inseguro y seas dependiente de sus palabras y opiniones. Invalidar, descalificar, manipular son los objetivos, las metas del descalificador. Él procura obtener control y poder sobre tus emociones, tu alma y tu razón para luego destruir tu estima y que entonces que pases a depender absolutamente de él” (Fuente: “Gente Tóxica”, B. Stamateas).

Los efectos de estos abusos, a lo largo del tiempo, producen indefectiblemente daños en el receptor. De esta forma, mediante estas típicas dosis de veneno, se viola un bien jurídico constitucionalmente reconocido, que debe ser protegido: la integridad moral de la persona.

En otras palabras, estos comportamientos dañinos, no sólo son inmorales sino antijurídicos. Actualmente, en ausencia de ley específica, son aplicables normas genéricas tales como el artículo 7 de la Constitución de la República y 1319 del Código Civil. Sin embargo, las mismas dada su generalidad, muchas veces son insuficientes para cubrir toda la gama de daños contra la integridad moral del hombre.

        Por las razones expuestas, abogamos por la aprobación de una ley que legisle específicamente acerca del acoso moral laboral, ya que es tan perverso, dañino y real como las situaciones de violencia familiar y acoso sexual.

        Pues bien, si te sientes identificado al leer este artículo, asesórate: tienes derecho a la preservación de tu integridad moral.

         Y  recuerda que “La envidia es una declaración de inferioridad” {Napoleón Bonaparte}.

Dra. María Soledad De Franco.

 

 

 

 

 

 

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